Devocional 2
“En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.”
Efesios 1: 7-10 (NVI)
El objetivo supremo para el cuál Jesús entregó su vida, y derramó su sangre, fue para que todos los que creen en Él puedan permanecer unidos al Padre celestial, y a Cristo Jesús, para siempre.
“Unidos”, fue el mensaje que Jesús anunció en este mundo. Unidos al Padre, unidos como iglesia, y unidad en el alma. Hay más poder del que podemos imaginar por medio del mensaje de unidad que Cristo quiere que entendamos y que recibamos en este tiempo.
Apenas unas horas antes de que Jesús fuera arrestado para entregar su vida en la cruz, él oró por sus discípulos, y nosotros también estamos reflejados en aquella oración.
Jesús oró, y dijo: “Que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.” (Juan 17:21-23 NVI)
Jesús sabía que al ser crucificado los discípulos iban a necesitar estar más unidos que nunca, porque la persecución contra ellos se desataría durante las siguientes semanas. Pero no solamente estar unidos y ya, sino que: necesitaban estar orando juntos, en un mismo sentir, buscando la presencia del Padre celestial juntos, y cuidando unos de otros con el amor de Jesús; Esta es la verdadera unidad que Jesús quiere que entendamos.
Lo cierto es que nadie de nosotros sabemos con exactitud cuando vendrán días, o semanas, de cierta oscuridad en los que necesitaremos permanecer unidos, orando juntos, cuidando unos de otros. Tal vez para ti, esos días ya estén transcurriendo, y necesitas abrir tu corazón, para entender con sabiduría que Jesús derramó su sangre, y entregó su vida, para que tu puedas permanecer en pie a través de una relación de amor con tu Padre celestial.
El salmista David le dijo a Dios en el Salmo 16, “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” Eso es lo que encontrarás en la presencia de Dios si dispones tu corazón para permanecer unido a Cristo. Hay vida, plenitud, gozo, y delicias a la diestra del Padre, para siempre.
Hubo un gran propósito, supremo y bueno, por el cuál Jesús derramó su sangre, y ese propósito es que la semilla de la unidad florezca en tu corazón para que permanezcas unido a Cristo y a la iglesia.
La sangre de Jesús es el “agua de vida” que riega esa semilla para que florezca y de fruto en todo lo que haces. Como hijo de Dios, necesitas reconocer tus pecados constantemente, traerlos con arrepentimiento delante de Dios, y permitir que su sangre te limpie cada mañana.
Así mismo, podrás encontrar unidad en tu interior, para vivir en una sola pieza, en armonía interna, coherente, unida entre sí mediante el perdón de Jesús morando en tu interior.
Reflexión y Oración:
- Pidamos en oración al Padre celestial que nos de sabiduría y entendimiento para valorar, creer, y recibir el perdón de nuestros pecados mediante la sangre de Cristo, y así, permanecer unidos a su amor y a la iglesia.
- Pidamos a Dios que nos ayude para permanecer unidos en amor y en la fe para que cuando vengan los tiempos de dificultad podamos descubrir la plenitud de su presencia, la fortaleza, el amor, y el sustento que necesitaremos.