“completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”. (Fil. 2:2)
Lectura del día: (1ª. Pedro 3:8-12)
Hagamos morir las obras de la carne viviendo por el Espíritu, así podremos ver la victoria de la vida espiritual sobre la vida antigua en la carne.
El apóstol Pedro nos lleva a la reflexión de mantener una vida honorable como cuerpo de Cristo, así podremos gozarnos en la comunión, aún en medio de la aflicción. Al concluir Pedro con una serie de consejos a la iglesia de como vivir quieta y reposadamente y orientándoles en lo que tiene que ver en sus relaciones con el estado, el gobierno, el trabajo y las buenas relaciones laborales, pasa a resumir los verdaderos propósitos de la nueva vida en Cristo.
Si necesitamos encontrar paz en medio de la aflicción y gozo en medio de circunstancias difíciles, hay que vivir como la iglesia de Cristo, la verdadera iglesia que manifiesta ser el cuerpo de Cristo aquí sobre la tierra. Aquí aprendemos a vivir todos los días de nuestra vida sabiamente, mirando pasar los años con satisfacción en el alma, buenos momentos y vidas bendecidas en nuestros hogares y todo lo que nos rodea. “El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal”. El consejo de Dios es refrenar la lengua antes de hablar indebidamente acerca de nuestro prójimo. Si vivimos en el Espíritu podremos vencer las costumbres que los arraigados deseos de la carne.
La mejor manera de disfrutar la vida es imitando el ejemplo de Cristo; siendo compasivos unos con otros, esto es preocuparnos de las necesidades de los demás y llevarlas en oración, amando fraternalmente a toda la familia de Cristo, así respondemos al mandamiento de Jesús “Un mandamiento nuevo os doy; Que os améis unos a otros”
Esto se reflejará en una amistad sincera y genuina entre los hijos de Dios y será edificada la iglesia. La vida que verdaderamente edifica a la iglesia y como consecuencia a nosotros mismos es la vida de comunión en el mismo Espíritu.
Tengamos todos el mismo sentir de Cristo, lejos del egoísmo y la critica. Es un llamado a ser compasivos, relacionarnos como iglesia con amor fraternal, ejerciendo la misericordia unos por otros en sus distintas necesidades, ser amigables; Cristo nos enseño el verdadero valor de la amistad al llamarnos sus amigos, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.
Si es que hacemos esto, los ojos del Señor estarán sobre nosotros en una dimensión extraordinaria del amor de Dios y además, sus oídos estarán atentos a nuestras oraciones.
Esta e la manera de vivir bendecido y ser bendición, Amén