La participación de los hijos en la restauración familiar


Estudio 8

Discipulado familiar

Texto base: Ef. 5:21; 6:1-3; Col.3:20; 1ª. Ti. 5:4


Estamos enfocando a los hijos que han alcanzado la edad de la conciencia y hasta el momento que dejan el hogar paterno para fundar su propio hogar. Son por lo tanto sujetos de fe y capaces ya de asumir su responsabilidad ante Dios y ante el resto de su familia.

Los hijos, vistos y entendidos desde la perspectiva bíblica, son una bendición muy grande de Dios a los padres. Son una parte muy importante de la familia, y por consecuencia, siempre están conectados, pasiva y activamente, a la dinámica de la vida familiar. Por esta razón, los hijos tienen una participación determinante en el proceso de restauración de su familia. De hecho, no es posible la restauración hasta que los hijos sean tomados en cuenta.

Dios Manda Que Los Hijos Se Mantengan Sensibles Al Orden Establecido Para La Familia (Ef. 5:21)

Pablo inicia su sección de la familia, aquí en esta carta, con una poderosísima proposición temática en la que sintetiza todo el contenido de la sección:

“...someteos unos a otros en el temor de Dios...".

Por el contexto nos damos cuenta que les está hablando a los hijos también. El " Hijo" de 6:1 y Col. 3:20 es " téknon " y se refiere a los hijos desde la edad de conciencia y hasta el día que se separan del hogar paterno para fundar el suyo propio. Someterse" es el mandamiento de Dios a mantenerse sensibles, sujetos y obedientes a las funciones que a cada miembro de la familia Dios le ha asignado. Pero no sólo es sensibilidad y sujeción al liderazgo de los padres y a los derechos de los demás hermanos, sino que es también sujeción a las necesidades personales e individuales de los demás miembros de la familia. Esto es precisamente el amor. Por lo que el mandamiento es que los hijos amen a sus padres y a sus demás hermanos.

Dios Manda Que Los Hijos Sean Obedientes A Sus Padres (Ef. 6:1-3; Col. 3:20)

El término " padres " en este pasaje es  “patéra” y se trata de una referencia a “papá y mamá" y no sólo al papá. Los hijos deben obediencia a ambos por igual. Obedecer es someterse al liderazgo total de los padres. No importa la edad, los hijos mientras estén bajo el techo del hogar paterno, permanecen bajo la autoridad de sus padres; de otra manera no sería posible la armonía, la coordinación y el proceso de restauración de la familia; ya que por naturaleza, cada agrupación, cada unidad, cada cuerpo debe tener su propia cabeza que dirija y coordine. Realmente el problema se presenta cuando los hijos alcanzan la madurez y la edad apropiada para casarse, pero no se casan. Comienzan, entonces, a considerarse a sí mismos adultos y con derecho a tomar sus propias decisiones que con frecuencia contravienen los lineamientos de autoridad y orden establecidos por los padres en el hogar. Aunque más adelante dedicamos todo un estudio sólo al tema de los hijos solteros mayores en el hogar, en este contexto basta con apuntar los siguientes. De entrada esta es una situación que los padres deben prevenir y evitar. Primero porque genera un ambiente de anarquía y desorden que detiene y estorba el proceso de restauración. Segundo porque crea confusión en los miembros de la familia en lo que tiene que ver con la función que cada uno tiene en la dinámica familiar. Al no haber orden, se da la confusión y la confusión y el desorden son una amenaza seria a la unidad familiar. A fin de evitar todo esto, hay pasos concretos que los padres deben dar:

·       Un cambio de actitud y estrategia. Cuando los hijos alcanzan la mayoría de edad, necesitan ser tratados de manera diferente. Las reglas en el hogar deben ser adecuadas a las nuevas necesidades de madurez y crecimiento de los hijos

·       Un hogar metido en el proceso de restauración va a promover de manera natural y espontánea el matrimonio. En un ambiente sano, es decir, el hogar en proceso de restauración, los hijos al alcanzar la madurez van a querer casarse y fundar su propia familia. Este es el orden original del plan de Dios, es responsabilidad de los padres formar a los hijos con esta actitud sana, no sólo con palabras, pero de una manera muy especial, con la actitud y la conducta.

·       Cuando la excepción a la regla se da, y los hijos alcanzan la madurez y no se casan, los padres deben sentarse con los hijos con la salud, crecimiento, fortalecimiento y restauración de la familia como meta y establecer un reglamento adecuado a la necesidad de la familia. El reglamento debe contemplar las nuevas responsabilidades de los hijos hacia el hogar, tales como horarios de salidas y entradas, contribución al sostenimiento del hogar (cuando los hijos terminan sus estudios deben empezar a trabajar y contribuir con un porcentaje justo y acordado con los padres) y las libertades y restricciones que los hijos necesitan en su diario devenir familiar.

La palabra en Col. 3:10 agrega  “en todo”. Aun cuando el hijo considera que la postura de sus padre es contraria a la voluntad de Dios para su vida, tiene la obligación de tomar en cuenta y en serio la postura de sus padres, y hacerla motivo de oración, reflexión y discusión respetuosa con ellos, a fin de llegar a una misma conclusión.

La palabra termina diciendo que la obediencia es la voluntad de Dios para los hijos y que cuando éstos la practican, trae sobre sus vidas la bendición del gozo del Señor.

Dios Manda Que Los Hijos Honren A Sus Padres (Ef.6:2)

Se podría argumentar que  “obediencia” y  “honra”  son sinónimas. Sin embargo, creemos que el contexto nos autoriza para entender honra más bien como un aspecto de la obediencia. La obediencia en si tiene que ver con el acto, con la acción. La honra tiene que ver con la actitud, con la inclinación del corazón, con el respeto y el gozo con el que se realiza la acción. Por eso nuestro pasaje dice que la obediencia debe ser  “....en el Señor”. Esto no significa que el hijo cristiano sólo obedece a sus padres si estos son también cristianos. Lo que esta frase significa es que los hijos deben obedecer con los recursos de Dios. Esto es, con la nueva actitud que nace en la regeneración, con el gozo que ahora se tiene del Espíritu, con la que ahora marca la nueva vida integridad, con el poder del Espíritu Santo que ahora equipa el creyente para obedecer y hacerlo bien, o como se nos decía cuando éramos niños: “rápido y con buen modo” En concreto, hay que obedecer con la actitud correcta, no de labios solamente, sino de corazón. Esto es honra.

Conclusión

Esta es la restauración de los hijos. Si ellos se someten como Dios les manda, estarán contribuyendo y haciendo su parte en el proceso de restauración de su familia. Y ¿qué pide Dios de ellos? Solamente la sensibilidad para reconocer el orden que Dios le ha establecido a la familia, obediencia y honra para sus padres.