La familia extendida: el desafío


Estudio 16

Discipulado familiar

Texto básico: Libro de Rut


Al hablar de la familia extendida, lo hacemos desde la perspectiva de la familia nuclear. Por familia nuclear significamos el grupo familiar formado por papá, mamá y los hijos. Por familia extendida nos referimos a todo el cuerpo de familiares que se relacionan con los miembros de "la familia nuclear" en primer, segundo y tercer grado. Es decir, los padres, hermanos, tíos, primos, abuelos y bisabuelos de la pareja.

La relación de “la familia nuclear” con la “familia extendida” es muy importante para ambas, y para la iglesia y la sociedad en general. Se quiera o no, ejerce una influencia inmensa sobre cada uno de sus miembros y es de una importancia tal, para bien o para mal, que por ningún concepto se debe dejar al azar. Cuando se permite que esta relación sea regida por la cultura o las tradiciones familiares particulares, generalmente degenera en patrones de conducta que se levantan en contra de lo establecido por Dios en su Palabra, y dañan a las familias por generaciones. En la experiencia y encuestas personales del que esto escribe, el 70% de los problemas matrimoniales se originan en la relación con la familia extendida al no estar ésta regida por la Palabra de Dios.

De lo anterior se desprende la importancia de cultivar bíblicamente esta relación tan importante, ya que si se somete al plan de Dios, resulta en la más grande bendición que la familia humana pueda experimentar aquí sobre la tierra. Pero si se deja a la cultura, puede resultar en una experiencia nociva, negativa y amarga que generando actitudes, se convierte en patrones de conducta que trasmiten y perpetúan malformación, resentimiento, amargura, odio y tragedia de generación en generación.

Si no lo creemos, todo lo que tenemos que hacer es ponerle atención a nuestro abundante folklore sobre “las suegras”. Notemos el odio y la amargura expresada en el siguiente fragmento de una copla de las incontables que componen nuestro repertorio cultural:

                              Cuando se muera mi suegra,

                                                                 Que la entierren bocabajo,

                                                                 Pa' si se quiere salir,

                                                                 Que se entierre más abajo.

 

Todo este dolor, toda esta tragedia son innecesarios, se pueden evitar. Sometamos esa relación a la Palabra de Dios y veremos qué dulce y hermosa bendición puede llegar a ser “la familia extendida”

 

La importancia de la familia extendida

Lo primero que encontramos es que la Palabra de Dios establece la importancia y la responsabilidad de cultivar la relación con "la Familia extendida". El primer mandamiento con promesa (Ex. 20:12 y 1 Tim. 5:4) manda que los hijos honren a sus padres y a sus abuelos. La honra significa respeto, amor consideración, y en circunstancias especiales de necesidad, apoyo económico. Pero este apoyo se debe dar siempre en subordinación a la satisfacción de las necesidades de la familia nuclear. (1ª. Ti. 5:8).

·       Así mismo, el ejemplo de Jetro, suegro de Moisés, y el mandamiento de Pablo a las ancianas de Creta (Ex. 18:13-24 y Tito 2:3-5, respectivamente) claramente establecen que es responsabilidad de los padres y abuelos mantenerse dispuestos y siempre listos a ofrecer su ayuda, apoyo y consejo cuando les sean solicitados; siempre respetando los principios bíblicos que rigen esta relación y que en el siguiente punto fundamental se discuten.

·       En pasajes tales como Ef. 4:31; Heb. 12:14-15; Mat. 5:9; Ro. 12:18; Fil. 2:2 nos mandan cultivar nuestras relaciones de amor, respeto, servicio y apoyo con todos los domésticos de la fe. Tomando en cuenta 1 Tim. 5:8, entendemos que la primera obligación son los de nuestra casa (familia nuclear), luego los nuestros (familia extendida) para concluir con todos los de la familia de Dios

 

Los principios que rigen las relaciones eje la familia extendida

Lo segundo que encontramos es que la Palabra de Dios establece, cuando menos tres principios generales que deben regir el cultivo y práctica de las relaciones de la familia extendida:

La Palabra de Dios manda que cuando un hombre y una mujer fundan una familia nuclear, ésta deberá independizarse de la familia de orientación o familia extendida en general (Gn. 2:24).

El “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” es un concepto integral que habla de:

a.       Independencia emocional. Tanto el esposo como la esposa tienen la responsabilidad de independizarse de sus respectivos núcleos familiares e iniciar un nuevo núcleo que le provea a la nueva pareja la oportunidad de aprender a ser responsables en todos los sentidos. Pero esto implica también, para la familia de orientación o extendida el aceptar y respetar esa independencia que al principio es muy frágil.

b.      Independencia espiritual. La nueva pareja deja de vivir bajo la guianza y dirección de los padres, y comienza a aplicar a su propia vida matrimonial y familiar aquella formación que recibió mientras estaba bajo el techo paterno. La familia extendida de la pareja da esta oportunidad respetando y obedeciendo este principio.

c.       Independencia económica. El salir de la casa paterna implica asumir la responsabilidad económica que conlleva la formación del nuevo núcleo. Este es un paso definitivo hacia la independencia y hacia la madurez total de la pareja. Lo que significa que la nueva pareja debe establecer su casa aparte y ya no debe vivir con ninguno de los padres, excepto en circunstancias muy especiales y por períodos muy definidos. El vivir con los padres representa el primer gran obstáculo físico para que la pareja se independice y de hecho, convierte la independencia integral en una meta inalcanzable. Los padres debemos enseñar este principio a nuestros hijos y respetarlo cuando la hora llega.

La Palabra de Dios manda que el matrimonio sea “un Pacto de Compañía” (Prov. 2:17 y Mal. 2:14).

La Palabra De Dios manda que el matrimonio sea “Un Pacto de Compañía” (Pr. 2:17 y Mal. 2:14)

·       La primera implicación de este principio es que Dios creó a todo ser humano con una capacidad y necesidad de comunión y compañía diseñada para ser satisfecha y expresada únicamente en el matrimonio. No existe otra relación en la creación que pueda satisfacer esta necesidad. Lo cual también significa que todo hombre y toda mujer fueron creados para casarse, excepto cuando Dios de una manera muy especial equipa en forma diferente.

·       La segunda implicación de este principio consiste en que cualquier intento o tendencia a encontrar satisfacción de esta necesidad en cualquier otra persona o situación que no sea el esposo o la esposa, es violación a este principio divino. En nuestra cultura se da con tanta frecuencia la situación de que la madre soltera busca en el hijo o en la hija este tipo de compañerismo. Cuando este hijo o hija se casan, la situación se complica aflorando la imagen tradicional de la mala suegra, y la tragedia es perpetuada. El principio se aplica a todas las relaciones familiares, incluyendo los amigos, el trabajo y los pasatiempos favoritos.

La Palabra de Dios manda que la formación de los hijos, así como la solución a los problemas familiares internos sea responsabilidad exclusiva de "la familia nuclear":

·       La responsabilidad implica que el esposo ame a su esposa así como Cristo amó a la Iglesia (Ef. 5:25).

·       Así mismo, la responsabilidad de la esposa es estar sujeta a su marido como al Señor (Ef. 5:24)

·       A ambos la Palabra manda criar a los hijos en disciplina y en el temor del Señor, sin provocaciones a ira (Ef. 6:4)

·       A los hijos ordena honrar y obedecer a sus padres en todo (Ef. 6:1).

·       Todo lo anterior re enfatiza que la formación de los hijos, la satisfacción a las necesidades y la solución a los problemas internos es responsabilidad y privilegio del núcleo familiar, y ningún miembro de la familia extendida tiene derecho a irrumpir en esta intimidad para proponer alternativas o soluciones; al menos que esa participación sea solicitada con todo el respeto, la planeación y el mutuo acuerdo de la pareja.

Conclusión

El Plan de Dios es que cultivemos esta relación, pero que lo hagamos sujetos a los principios de su Palabra para que en vez de una maldición, esta relación sea la experiencia más gratificante y enriquecedora. Amén.