Cristo el cumplimiento de las promesas


Lección 8

Hebreos

Texto base: Heb. 6:1-20


Al continuar con la segunda parte de esta exposición del autor acerca de peligro de no avanzar en la vida cristiana, hemos concluido la necesidad que como hijos de Dios y como su pueblo, como iglesia, necesitamos seguir avanzando hacía la meta, al día final de nuestra redención.

Pasaremos ahora a estudiar los propósitos infalibles de Dios para con el hombre. En los vrs. 9-12, el Espíritu Santo deja claro en la mente de todos los creyentes que ellos están preparados para la salvación, Dios no es injusto para olvidar la obra y el trabajo que estos creyentes han mostrado acerca del reino de Dios. Ya avanzaron el primer tramo, les falta por recorrer el camino para alcanzar la plena certeza y la esperanza de las promesas de Cristo, por esa razón ello, como también nosotros, no debemos hacernos perezosos en la fe, si no más bien crecer en la fe y en la paciencia.

Los Creyentes Deben Creer Firmemente En Las Promesas De Cristo

Los cristianos deben creer firmemente a las promesas de Dios. El autor de la epístola nos muestra nos brinda las razones por que nos motivan confiar en Dios y las promesas de Cristo. Cuando Dios hizo las promesas a Abraham, no solo estaba dispuesto a cumplirlas sino que estaba de por medio su nombre, su persona, y sus propósitos hacia el mundo entero. Por tanto es necesario que los Hebreos y nosotros hoy debemos creer que Dios nunca fallará a sus planes.

 

Las Promesas de Dios a Abraham

·       “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo”, pero esas promesas estaban aseguradas por la persona de Dios. Una de las características de la persona de Dios es que Él es inmutable, nunca cambia. Cualquier cosa que Él haga está bien; cualquier cosa Él diga tiene que ser verdadera. Por tanto, si Dios hace una promesa, no solamente la va a cumplir, sino que la cumplirá más allá de lo que podemos comprender. (Gn. 22:16-18)

·       Los lectores hebreos que reconocían la verdad del evangelio habían visto a los apóstoles realizar milagros, pero aun todavía estaban asustados con dejar el judaísmo. Los asustaba entregarse completamente al Mesías por miedo a que no pudiera salvarlos, o que algo saliera mal. Y por eso, el Espíritu Santo los alienta, les asegura que pueden confiar en Dios y hacer lo que Él dice.

·       Tan cierto como que Dios le cumplió a Abraham. Su promesa básica a Abraham era: “De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente” (Gn. 22:17). La promesa de Dios no solo se hizo una realidad, sino que Dios le dio una patria mejor, y además le dio una simiente tan numerosa que Abraham no la habría podido contar, pues esta promesa alcanzó a todas las familias de la tierra.

 

Los Propósitos De Dios Para El Mundo:

“…diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente”.

·       Abraham estaba seguro no solo por la persona de Dios, sino por el propósito divino. Dios no sacó a Abraham de su tierra y lo envió a una tierra extranjera para que vagara por el resto de su vida y satisfacer así un capricho divino. Dios tenía un propósito para Abraham, y para el mundo por medio de Abraham. Abraham no le pidió a Dios que lo enviara a Canaán o que bendijera el mundo por medio de él. Fue idea de Dios, su propósito, era el plan divino. El llamamiento de Dios a Abraham, la promesa que le hizo y su pacto con él fueron todas decisiones completamente divinas.

·       El pacto abrahámico, junto con su promesa, era incondicional. Dios no le dijo a Abraham que lo bendeciría si él cumplía ciertos requisitos, si satisfacía condiciones. Dios le dijo a Abraham que hiciera muchas cosas, y él fue obediente. Pero no fue la obediencia lo que movió a Dios para bendecirlo, fue su fe y por eso Dios garantizó el cumplimiento de la promesa divina, fue el propósito de Dios para Israel y para el mundo. “En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra”. (Gn. 22:18)

El propósito de Dios cuando llamó a Abraham era que a través de su descendencia todo el mundo le conociera, entonces Dios juró por sí mismo.

·       “…no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo…” Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”.

·       Las dos cosas inmutables: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento Fueron su promesa, y el juramento que menciona en el vr. 17. Abraham recibió de Dios lo que él le había prometido. Esta es la seguridad que da Dios, mencionada ya al final del versículo 13, es su juramento. En los tiempos del Nuevo Testamento era común que una persona jurara por algo o alguien mayor que sí mismo; por ejemplo, el altar, el sumo sacerdote o Dios. Una vez que se hacía aquel juramento, se acababa la discusión. Se suponía que nadie haría semejante juramento a menos que estuviera completamente determinado a cumplirlo.

·       Por supuesto, Dios no necesitaba hacer un juramento. Su palabra es fiel y segura con o sin juramento. Pero para acomodarse a la fe débil de los hombres, juró por sí mismo, Como su promesa ya era irrompible, su juramento aseguraba más la promesa. Dios lo hizo para dar más seguridad a quienes pasan por tiempos difíciles o luchas en la fe. La sola palabra de Dios es garantía suficiente, pero Dios hizo un juramento para mostrar que eso era exactamente lo que quería decir.

 

Cristo La Firme Ancla Que Nos Conduce Al Santuario De Dios

 

·       para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.” los que hemos acudido a Dios para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. (6:18)Como ya explicamos, las dos cosas inmutables, son la promesa de Dios y su juramento; son inmutables, esto es, sin posibilidad alguna de cambio o variación.

·       “Yo te sustentaré; nunca te dejaré". Nuestra seguridad no está en que nosotros sino en Dios, por lo tanto necesitamos acercarnos confiadamente a Cristo como nuestra firme ancla del alma, él nos conducirá al lugar santísimo, a la misma presencia de Dios. 

La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. (Vrs. 19,20)

·       Dios le dio a Abraham la seguridad de quien es Él, su propósito y su promesa. El también da todas esas cosas a quienes han creído en Cristo. Pero nos da todavía otra: su Sacerdote, Jesús como nuestro sumo sacerdote, sirve de ancla para nuestras almas, el único que siempre evitará que nos vayamos a la deriva es Dios.

·       Que Jesús penetrara hasta dentro del velo hace referencia a cuando entró al lugar Santísimo, donde realizó el sacrificio por la expiación. Bajo el antiguo Testamento, el sumo sacerdote lo hacía una vez al año. Bajo el Nuevo, se hizo una sola y para siempre con el sacrificio de Cristo en la cruz. En la mente de Dios nuestra alma está anclada ya está segura dentro del velo, segura dentro el Santuario Eterno. Cuando Jesús entró al Lugar Santísimo celestial, no salió, como lo hacían los sumos sacerdotes, sino que "se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Heb. 1:3).

·       No se trata solamente de que nuestras almas estén ancladas en el santuario celestial, inviolable e invulnerable, sino que Jesucristo, nuestro Salvador cuida de nosotros permanentemente si es que nosotros nos hemos acercado a Él confiadamente.

·       Verdaderamente podemos confiarle nuestras almas a Dios y a nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.