La superioridad sacerdotal de Cristo


Lección 6

Hebreos

Texto base: Heb. 4:14-5:11


En estos capítulos el Espíritu Santo deja establecido que Jesús es el cumplimiento del reposo prometido, pero al mismo tiempo Jesús es superior no solamente a Moisés y a Josué, sino también a Aarón como Sumo Sacerdote. El ministerio sacerdotal levítico del A.T., tenía como propósito principal,  presentar las ofrendas y sacrificios delante del Señor, lo que representaba una acción de gracias y dedicación al Señor.

Al ofrecer dichos sacrificios, el sacerdote ofrecía; primero por sus pecados y luego por los del pueblo a fin de poder acercarse a Dios. En esta clase conoceremos el ministerio sacerdotal de nuestro Señor Jesucristo, quién ofreció, una sola vez y para siempre el sacrificio perfecto delante del Padre.

1.       El Sacerdocio De Cristo Es Un Ministerio Compasivo Para Con El Hombre

La razón por la que podemos acercarnos al trono de la gracia es la intercesión de nuestro Gran Sumo Sacerdote, Jesucristo, quién al mismo tiempo fue el sacrificio expiatorio por todos nosotros en la cruz del calvario. 

·       El traspaso los cielos: En el antiguo pacto el sumo sacerdote debía pasar por tres áreas para poder ofrecer a Dios la sangre de los machos cabríos para la expiación de los pecados del pueblo; el atrio exterior, el lugar santo y el lugar santísimo. Para hacer el sacrificio perfecto y definitivo a favor de la humanidad, Jesús tuvo que traspasar los cielos, es decir, el cielo atmosférico, el cielo estelar, y la morada de Dios (2ª. Co. 12:2-4)

·       Fue tentado en todo: El escritor de la epístola escribió en 2:17 que Jesús tuvo que ser semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote.

·       Cristo fue hecho hombre: él fue susceptible de ser tentado, al experimentar la tentación Jesús pudo comprender a la perfección el género humano, identificarse con sus hermanos y tener compasión de ellos.

 

2.       Cristo Como Sacerdote Constituido En Favor Del Hombre

Una vez que Jesús ofreció su vida en sacrificio a Dios para expiar o limpiar nuestros pecados, pudo reconciliarnos con el Padre. La obra expiatoria y propiciatoria de Cristo, tiene que ver con su ministerio de Sumo Sacerdote. En este acto, Cristo demostró su misericordia hacia la humanidad y su fidelidad a Dios. Por esta razón nosotros podemos:

·       Acercarnos confiadamente al trono de la gracia: La mayoría de los mandatarios antiguos de ese tiempo, no permitían a cualquier persona el acceso a su trono, este estaba restringido exclusivamente para personas allegadas al rey.  A diferencia de esto, el Espíritu Santo, invita a todos los creyentes en Cristo y en su reino, a que se acerquen con confianza al trono de Dios, para recibir misericordia y gracia por medio de Jesucristo. Por tal motivo debemos acercarnos con toda franqueza y sin ninguna reserva al trono del Señor. (4:16)

·       Cristo obra a nuestro favor: (5:1) Solo Cristo puede interceder por nosotros delante del Padre porque él mismo presentó las ofrendas y sacrificios por nuestros pecados

·       Cristo es paciente con nosotros: (5:2) Este verbo podría traducirse también “tenga compasión”; así este verbo transmite el carácter de Cristo, afable y compasivo con los ignorantes y descarriados.

·       Cristo es sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. (5:6) Melquisedec como rey de Salem, esto es (paz), y sacerdote del Dios Altísimo en el tiempo de Abraham. Melquisedec no era Cristo, pero fue semejante a Cristo, apareció a Abraham para recibir los diezmos cuando este volvió de despojar a los reyes.

Por todo esto Cristo fue declarado por Dios Sumo Sacerdote y autor de la salvación eterna. Intercedió por nosotros con ruegos y súplicas y lágrimas.

·       Fue escuchado por el Padre a causa de su temor reverente

·       Aunque era Hijo padeció y aprendió obediencia para nuestro ejemplo

·       Vino a ser autor de la salvación eterna para yodos los que le obedecen

 


“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Heb. 4:16)