Lección 8
El Sermón del Monte
Pasaje Básico: Mateo 6: 1-18
3 Palabras de Introducción a la Lección:
De acuerdo con Isaías 1:10-20 y Miqueas 6:6-8, nuestra relación con Dios está compuesta por dos elementos. Primero, comunión o actitud. Segundo, acción, servicio o liturgia. Estos elementos deben aparecer en la vida del hijo de Dios en este mismo orden: comunión-actitud y luego acción-liturgia. Si se descuida el orden, la tendencia humana es a sustituir la comunión por la liturgia, lo interno por lo externo, lo genuino por lo religioso. Esto deshonra a Dios y provoca su ira. La palabra "liturgia" es una palabra griega que se traduce al español como “servicio” y representa todo aquello que hacemos con el cuerpo para, servir a Dios. La liturgia es buena, es necesaria, es ordenada por Dios; pero siempre como el segundo elemento de nuestra relación con Dios. Siempre subordinada fundamentada y como una expresión del primer elemento que es la comunión-actitud. Si falta el primer elemento, el segundo se vuelve vano, falso, abominable delante de Dios. Para que la liturgia sea agradable delante de Dios, tiene que estar respaldada por una comunión-actitud con y hacia Dios centrada en Cristo.
Para Israel en los días de Cristo, toda la vida espiritual, todo su sistema religioso se resumía en tres actos litúrgicos: la oración, el ayuno y las limosnas.
- El ayuno y la oración representan el amor a Dios.
- Las limosnas representan el amor al prójimo.
El amor a Dios y el amor al prójimo son el resumen de la ley y el todo del hombre. Incluye los aspectos vertical y horizontal de la relación con Dios. La esencia del compromiso con Dios es esta. Todo lo demás es secundario.
Pero la necesidad de Israel en estos días era que había reducido la oración, el ayuno y la limosna a simples actos litúrgicos, mecánicos, fríos, externos que no tenían nada que ver con la actitud-comunión con Dios, Estos actos mecánicos habían sustituido la verdadera comunión con Dios. Por lo tanto, la enseñanza del Señor Jesús aquí es que la oración es mucho más que el acto litúrgico de doblar las rodillas e inclinar el rostro, el ayuno es mucho más que dejar de comer, la limosna es mucho más que depositar unas monedas en la mano del prójimo necesitado. Todo esto es necesario pero tiene que ser la expresión una actitud-comunión Cristocéntrica.
1. El ayuno, antes que el acto externo de dejar de comer, debe ser una actitud permanente de quebrantamiento y humildad delante de Dios (6:16-18).
"Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas..."
Esta declaración del Señor muestra una gran necesidad en la vida de Israel en relación con el ayuno. Al descuidar el primer elemento de su relación con Dios, el aspecto litúrgico del ayuno era todo lo que Israel conocía del ayuno y esto los llevaba a mal entenderlo:
- Israel ayunaba mecánicamente como una costumbre establecida en la religión. A pesar que la Ley Mosaica solo establecía un día obligatorio anual de ayuno (El gran Día de la Expiación Lev. 16:31) Israel lo practicaba ampliamente. Se ayunaba en los funerales y semanalmente se practicaba el ayuno los lunes y los jueves.
- Israel ayunaba por razones equivocadas no establecidas en la Palabra de Dios:
- Para llamar la atención de Dios, ganar su favor y conmoverlo a responder a las necesidades del que ayunaba
- Para impactar e impresionar a los demás.
La enseñanza sencilla y clara del Señor sobre el ayuno corrige en forma contundente las ideas equivocadas al respecto. Su enseñanza se resume en Mateo 6:16-18 y 9:14-15.
1. Primero el Señor enseña que el ayuno, entendido correctamente (es decir, entendido como actitud y liturgia y no solo como liturgia) es un elemento importante y necesario en el cultivo de nuestra relación personal con Dio
Asume que sus discípulos ayunan
“Y cuando vosotros ayunéis. . . "
El mismo practicó el ayuno (Mateo 4:2).
Declara que vendrían tiempos cuando sus discípulos tendrían que ayunar (Mateo 9:15).
2. Lo segundo que el Señor nos enseña es que el ayuno nos prepara para acercarnos a Dios con la actitud y sensibilidad correctas (Mateo 6:17-18).
3. Tercero, el ayuno es la respuesta libre y espontánea del espíritu del hombre frente a la necesidad de someterse a Dios (Mateo 9:15). Por lo cual, el ayuno no debe ser calendarizado y reglamentado institucionalmente, y siempre debe tener propósitos específicos de sometimiento, iluminación y guianza.
4. Cuarto, el ayuno es un ejercicio íntimo entre el discípulo y Dios que surge de la necesidad que el discípulo tiene de convivir con su Dios; y no un instrumento para hacer méritos. Por tanto, todo exhibicionismo contradice la misma naturaleza del ayuno (Mateo 6:16).
2. La oración, antes que el acto externo de doblar las rodillas e inclinar el rostro, debe ser la actitud permanente de dependencia total de Dios (Mt. 6:5-15).
La gran necesidad del pueblo en esta área tenía que ver con el hecho de que la práctica de la oración en Israel se había convertido en formalismo, en costumbre, en algo mecánico.
Por ejemplo:
- La vida devocional de Israel seguía una guía prescrita por los maestros.
- La oración se practicaba de acuerdo un horario diario estricto. Se oraba tres veces al día, a la misma hora.
- El pueblo contaba con oraciones escritas para cada necesidad de la vida. Todo lo que se tenía que hacer era repetir lo que ya estaba escrito.
- El grado de eficacia de la oración dependía del lugar donde se hacía, lo extenso de la oración y su calidad retórica.
El Señor responde a esta necesidad en 3 fases:
1. Compartiendo los principios generales sobre los que su discípulo debe construir su vida de oración:
- La oración es comunión viva e íntima de Padre a hijo (vr. 6).
- La oración siempre se dirige a Dios Padre (vr. 6), en el nombre de Cristo (Juan 15:16) y por el poder del Espíritu Santo (Romanos 8:26).
- Nuestro Dios es nuestro Padre amoroso ya conmovido y dispuesto a contestarnos (vr. 7)
Luego enseñándonos como acercarnos a Dios en oración (vr. 9).
- Al llamarlo "Padre" estamos reconociendo y confesando el principio que nuestro Dios es padre amoroso que por su naturaleza desea tener comunión con nosotros y proveer para todas nuestras necesidades.
- Al llamarlo "nuestro" estamos aceptando y confesando que somos hermanos. Nuestra oración es genuina solo cuando brota de un contexto de reconciliación y fraternidad Cristocéntrica.
- Al reconocer que "está en los cielos" lo es tamos confesando, no solo como padre amoroso, sino como nuestro Dios trascendente, soberano Señor a quien no podemos manipular ni tratar como ídolo.
Para finalmente enseñarnos como pedir (vrs. 9-13):
- Se pide primero para la gloria de Dios.
"Venga tu reino y hágase tu voluntad. . .
Santificado sea tu nombre. ... "
2. En segundo lugar se pide para las necesidades personales. Pero aun aquí, en el pedir se expresa una total e integral dependencia de Dios:
- Al pedir liberación del mal se está sometiendo a Dios el futuro integral también.
- Al pedir perdón se está sometiendo a Dios el pasado integral, personal como corporativo.
- Al pedir el pan diario se está confesando que nuestro presente integral le pertenece a Dios.
3. El dar limosna, antes del acto externo de poner unas monedas en la mano del necesitado, debe ser la actitud permanente de solidaridad y reconciliación con el prójimo (Mateo 6:1-4).
Cristo confronta aquí cuando menos tres actitudes generalizadas que El observaba en la práctica de este acto litúrgico de la sociedad religiosa de sus días:
1. Algunos dan por el deber que les impone el hecho de estar en condiciones de dar mientras otros están en necesidad de recibir. El dar así se hace desde un pedestal que impide darse a sí mismo y solo se da lo que sobra.
2. Otros dan por prestigio personal para ser vistos y alabados por los que ven. Por lo que si no hay reconocimiento público, se da el desaliento y se opta por no volver a dar.
3. Otros dan para ganarse el favor de Dios. Dan para que Dios los bendiga.
La vida nueva que Cristo da a su discípulo está caracterizada por el amor al prójimo que genera la actitud correcta del dar cristiano. Se da para la gloria de Dios. Se da porque se ha recibido para dar. Se da en Cristo.
¿Por qué se da?
Porque se ha recibido mucho para dar mucho (Mateo 10:8).
¿Para qué se da?
Para la gloria de Dios. Para que su justicia sea satisfecha al ser satisfecha la necesidad del necesitado.
¿A quién se le da?
Al necesitado que es aquél que no nos puede pagar.