"Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros... somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús." (2 Corintios 1:12 y 14)
En el ministerio Cristiano es necesario mantener siempre una actitud humilde y abierta para permitir que el Señor nos examine a través de su Palabra y del Espíritu Santo.
La segunda carta de Pablo a los Corintios es una guía mediante la cuál necesitamos ser confrontados por la Palabra y examinar individualmente nuestros propósitos y actitudes en el servicio que ofrecemos. Esta carta es un instrumento del Espíritu Santo que tiene el poder (si lo permitimos) de refinar nuestros motivos, nuestro carácter, nuestras actitudes y nuestra responsabilidad hacia el servicio Cristiano.
En estos breves versículos Pablo nos demuestra que la forma en la que nos conducimos hacia los creyentes, y aún hacia los incrédulos, es un elemento fundamental para desempeñar con autoridad nuestro ministerio Cristiano. Mantener una conciencia limpia, a través de un carácter sencillo y sincero es necesario para todos los siervos de Dios.
La sencillez y la sinceridad de las que habla Pablo no son virtudes humanistas, sino que se refiere a cualidades que reflejan hacia los demás la manera en la que la Gracia de Cristo nos ha tratado a nosotros. Son un reflejo de la compasión, la comprensión, el amor y la aceptación con la que Cristo se hizo hombre, habitó y se identificó con pecadores empedernidos como nosotros.
Pablo nos enseña que la gloria del ministerio Cristiano se encuentra en mantener una conciencia limpia respecto a los demás delante de Dios. Cuando nos presentemos delante de Cristo en el día final esto será también nuestra gloria, nuestra corona. Por eso Pablo les dijo a los hermanos en Corinto "vosotros son nuestra gloria para el día del Señor Jesús".
Debemos reconocer que nuestro carácter no es sencillo ni sincero por naturaleza humana. Mas bien estas cualidades fluyen de nosotros cuando nos presentamos constantemente en arrepentimiento y quebrantamiento delante del trono de la Gracia de Dios para ser transformados por Él. (Leer Hebreos 4:15-16).
Podemos orar con todo el Salmo 51 constantemente. Pero el verso 7 dice: "Purificame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve." (Salmo 51:7). El hisopo era una hierba utilizada en el sacerdoció Israelita como símbolo de limpieza y purificación del alma.
Como podemos ver, la Biblia nos exige que siempre que nos presentemos a servir lo hagamos con una conciencia limpia hacia los demás, así que esta debe ser nuestra aspiración constante. Así, el trabajo que hagamos para Dios estará revestido de autoridad Divina.