Adorando a Dios en la prisión



Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!

Filipenses 4:4

De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.

Hechos 16:26

Antes de leer esta reflexión, te invitamos a leer el siguiente pasaje en tu Biblia: Hechos 16: 16-34.

Veamos en retrospectiva a Pablo. Está en prisión, no por un crimen, sino por hablar de Jesús. Tal vez sea ejecutado, y escribe a sus amigos en Filipos: “Alégrense siempre en el Señor” (Filipenses 4:4 NVI). Luego suena como mamá al repetir, por si no escuchaste: “Insisto: ¡Alégrense!”

Es un gran versículo para una taza de café con letras cursivas: “¡Alégrense en el Señor siempre!”. Perfecto para un imán de refrigerador. ¿Ponerlo en una tarjeta de saludo? ¡Claro que sí! Te hace sonar más espiritual si le dices a tus amigos: “¡Alégrense en el Señor!”

Seré realmente honesto: detesto cuando alguien me cita este versículo. 

Si estoy en una situación difícil, o tengo un neumático desinflado y afuera está a 38 grados, si me acabo de enterar que me deben extraer un diente, o si mi hijo está enfermo. “¡Craig, solo necesitas alegrarte en el Señor siempre!”

Una razón por la que odio que me lo digan es porque me tengo que maravillar de la persona que lo dice. ¿Tú siempre te alegras en el Señor? ¿En serio? Tal vez me maraville de Pablo. Les dijo que se alegraran en el Señor cuando estaba en prisión 

¿Pero él se alegró cuando estaba preso? Si, si lo hizo. 

Pablo estaba con su compañero Silas.

¿Te lo imaginas? Los lanzan a la prisión, caen en el piso frío y duro, con sus heridas abiertas, quizás con la nariz o un par de costillas rotas, sin doctor, enfermera, curitas o ibuprofeno.

¿Te ha pasado? Quizá caíste al piso al enterarte que alguien que amas tenía cáncer, o supiste que tu hijo estaba en drogas, o que tu cónyuge te estaba engañando. ¿Qué haces en esos momentos trágicos? 

¿Qué hicieron Pablo y Silas? Alabaron a Dios. 

¿Qué hacía Pablo en prisión? Alegrándose siempre. 

Primero, ellos estaban adorando a Dios por quién es Él, no por lo que hace. Cubiertos de sangre y atados en prisión, si les hubieras preguntado ¿por qué circunstancia adoran a Dios? No creo que pudieran hacer referencia a algo. Nada bueno estaba pasando, pero su Dios aún seguía siendo bueno. No adoraban a Dios por lo que hace, sino por quién es. Tú también puedes hacerlo. 

Tus circunstancias pueden ser malas, pero tu Dios sigue siendo bueno. Él está cerca de ti, Sus promesas aún son verdaderas, Su amor incondicional, Su gracia es aún asombrosa, Su tiempo es perfecto. Quizá no te guste lo que vives ahora, pero aún puedes adorara a Dios por quién es Él. 

Segundo, adoraban a Dios antes de la provisión. A menudo dejamos de adorar a Dios hasta que provea lo que queremos. ¿Esto no se oye como de niño consentido? “No seré agradecido hasta que obtenga justo lo que quiero”. Podemos actuar mejor y, además, Dios lo merece. Pablo y Silas adoraron a Dios antes que contestara sus oraciones o cambiara sus circunstancias. Este es el tipo de persona que quiero ser. 

Tercero, estaban adorando a Dios y, después, Él se mostró a ellos. Pablo y Silas adoraron a Dios en medio de la noche y - ¡boom! - Dios se manifestó. 

De repente, un fuerte temblor sacudió con violencia las paredes y los cimientos de la cárcel. En ese mismo instante, todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron. – Hechos 16:26 TLA

No lo adoraron porque se manifestó. Se manifestó porque lo adoraron. 

Al adorarlo, Él se mostrará, y eso cambiará nuestro pensamiento. Al cambiar esto, cambiaremos nuestra vida.