El antídoto contra los prejuicios: Amar como Jesús lo hace



Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 

Santiago 2:1

Los prejuicios comienzan con la falta de amor. No es posible amar a alguien como Jesús lo hace y al mismo tiempo albergar prejuicios en tu corazón hacia esa persona. Es imposible. Debemos amar a todas las personas en la forma en la que Jesús los ama. 

Jesús fue muy específico en este aspecto en Juan 15:12, cuando dijo: “Y este es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.” ¿Cómo nos ha amado Jesús? Incondicionalmente, generosamente, libremente, completamente, y continuamente. Así que ¿Cómo debemos nosotros amar a otras personas, en especial a nuestros hermanos en la fe que piensan diferente a nosotros?  Incondicionalmente, generosamente, libremente, completamente, y continuamente. 

Amar no significa que aprobamos todo lo que alguien más hace. Jesús no aprueba todo lo que nosotros hacemos, pero aún así nos ama. 

La Biblia dice, “Hermanos míos, ustedes han confiado en nuestro poderoso Señor Jesucristo, así que no deben tratar a unas personas mejor que a otras.” (Santiago 2:1 NTV). Aunque una persona pueda verse como indigente, tu debes tratar a esa persona como tratarías a un empresario. 

El amor es muy práctico. Recientemente platiqué con un matrimonio que asiste a mi grupo de estudio bíblico. Ellos tienen siete hijos, cuatro biológicos, y tres adoptados. Los tres niños adoptados son de Ruanda, y han sufrido discriminación en muchas ocasiones. Yo les pregunté qué, como creyentes cristianos, ¿cómo creen ellos que los cristianos deberían practicar el amor hacia otras razas? (Este ejemplo es de razas, pero podría aplicarse a cualquier tipo de prejuicio hacia otras personas) ellos me respondieron con formas muy prácticas en las que podemos practicar el amor: 

  • No ser ciego a las apariencias, ni al color de piel de las personas. A muchas personas de otra raza les gusta su propio color, así que no debemos pensar simplemente: “yo ignoro las apariencias”, ya que eso es imposible. Todos vemos las apariencias, porque no estamos ciegos. Simplemente se trata de no tomar decisiones con relación a otras personas basándonos en su color, o en su aspecto. 
  • No le digas a las personas que han sufrido injusticias que “tú los comprendes”. Es muy probable que no lo comprendas. Nadie conoce las injusticias que otros han enfrentado.  Recuerda que tu historia no es la misma historia de los demás. Pero Dios es poderoso y amoroso para reunirnos de pasados e historias muy diferentes. 
  • Recuerda que tu historia no es la misma historia de los demás. Pero Dios es poderoso y amoroso para reunirnos de pasados e historias muy diferentes. 
  • No le digas a las personas que sufren, “debes superarlo”. El dolor cuenta. Estos tres niños adoptados de Ruanda quedaron huérfanos porque sus padres fueron asesinados en un genocidio. No es posible que nosotros podamos entender su dolor, pero Jesús si lo entiende, y simplemente podemos amarlos como Jesús los ama.
  • Lucha contra los estereotipos. Todas las personas en el mundo se sienten estereotipadas. Pero los estereotipos nunca son verdad. Vamos a comprometernos a mirar a cada persona como un individuo de gran valor ante los ojos de Dios, no agrupes a las personas con estereotipos, ni por generaciones, ni por el color de su piel, ni por su nacionalidad, ni por su credo. 

Cuando amemos como Jesús lo hace, juntos, como iglesia, podemos acabar y erradicar los prejuicios. 

Reflexión y oración: 

¿Por qué a menudo equiparamos amor con aprobación? ¿Por qué razón esto puede resultar peligroso? Pidamos a Dios que nos recuerde que no estamos aquí para aprobar a las personas, sino para amarlas incondicionalmente, como Jesús nos ama. Especialmente, pidamos que no caigamos en el error de condicionar nuestro amor por la aprobación. 

¿Cuáles son algunas formas en las que tu has actuado generalizando y estereotipando a otras personas? Ora, pidiendo a Dios que te ayude a tratar a las personas como individuos, particulares, a quienes Jesús ama también.