Cómo amar a tu prójimo



Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. 

Santiago 2:8

Muchas veces el agotamiento físico y mental del día hace que solo queramos llegar a nuestra casa, encerrarnos, y descansar en la comodidad de nuestro hogar. Y aunque eso no tiene nada de malo en sí, cuando lo hacemos todo el tiempo, causa que nuestra búsqueda de comodidad nos aleje de cumplir con uno de los mandamientos más importantes de la Biblia: “Si ustedes obedecen el mandamiento más importante que Dios nos ha dado, harán muy bien. Ese mandamiento dice: Recuerden que cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.”  (Santiago 2:8 TLA). 

Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es un mandamiento muy simple, y aún así la mayoría de los cristianos no se toman el tiempo para conocer a su prójimo. No se toman tiempo ni para conocer a sus hermanos en la fe en la iglesia. Y no es posible amar a alguien que no conoces. 

¿Sabías tú que Dios se alegra, y se deleita, en mirar que las personas que Él creo tienen compañerismo y comunión unos con otros? En Zacarías 3:10, él dice: “En aquel día, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”. 

Como podemos ver, la alegría de Dios es ver a sus hijos conviviendo en paz unos con otros; sin crear conflictos; sin criticar al prójimo; sin tratar ásperamente al que está sentado junto a nosotros. 

Quizá entre nosotros nadie tiene vides, olivares, o huertos con higueras, pero todos podemos encontrar una banca, una mesa en nuestras casas, un pequeño jardín, una fogata, una terraza, un balcón, o algún área común siempre es buen lugar para compartir la vida, y para conocer a nuestros hermanos y a vecinos. El punto es ofrecer el mejor lugar que tengamos para compartir. Se trata de elegir un estilo de vida amigable y conectar más con nuestros vecinos y con las personas con que nos cruzamos frecuentemente. 

Otra forma de demostrar amor por nuestros hermanos y vecinos es sirviéndoles. Ofreciéndoles un aventón, o comprando algo que necesiten en el súper o en el café, o recogiendo a sus hijos en la escuela, o preparándoles alguna comida o postre para que disfruten en sus casas. La comida siempre abre puertas para conocernos unos a otros, y ofrecernos ayuda mutua con nuestras profesiones, o con nuestro oficio. 

Pero lo más importante es que hay una manera suprema en la que puedes servir a los demás, y que satisface la necesidad más profunda del ser humano: Compárteles acerca del amor tan grande de Dios hacia ellos y cómo Jesús murió para salvarlos; cómo su pasado puede ser perdonado, y cómo pueden tener un propósito superior en la vida, para llegar a un hogar en el cielo. 

No hay mejor manera de demostrar amor a tu prójimo que presentándoles a Jesús. Aprovecha al máximo cada oportunidad que tengas para servir en amor a las personas que te rodean para que ellos puedan aprender acerca del amor más grande que puede existir.

Recuerda que el mensaje central de nuestra predicación se basa en compartir el amor que Jesús tiene por las personas, y no de señalar lo que está mal con nuestras generaciones. 

Reflexión y oración: 

Pidamos a Dios que quite toda dureza de nuestro corazón para que podamos encontrar las oportunidades necesarias para alcanzar a nuestro prójimo, y para compartir la vida con otros hermanos en la fe. Piensa en algunas formas prácticas con las que puedes empezar hoy. 

Pidamos a Dios que nos ayude para que abandonemos toda actitud de crítica hacia los errores de nuestros hermanos, de nuestros familiares, y de nuestra sociedad, con el fin de ser personas amigables, que puedan expresar siempre el mensaje del amor y el perdón de Cristo.