Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? ¿Puede esa clase de fe salvar a alguien?
Santiago 2:14
Alrededor de todo el mundo, en nuestro país, y aún dentro de nuestros círculos sociales más cercanos, hay muchas personas que dicen ser cristianos; lo declaran abiertamente.
Y, aún así, parece que muchas de estas personas viven de acuerdo con sus propias reglas, y no confiando en la Palabra de Dios. Lo que ellos dicen acerca de su fe y la forma en la que elijen vivir no tienen congruencia.
Por ejemplo, yo puedo afirmar que soy el mejor bailarín del mundo, pero el hecho de decirlo no significa que sea cierto. Y en el momento en que yo comience a bailar, tu te darías cuenta de que no era verdad, y que yo no soy buen bailarín.
Solo porque tu digas que eres cristiano, y que tienes fe, no significa que sea verdad. A eso se refería el apóstol Santiago en el verso que leímos hoy: ¿De qué sirve decir que tiene fe si no lo demuestras con la forma en la que vives y con las cosas que haces?
Santiago no está afirmando que somos salvos por nuestras obras. La Biblia es muy clara cuando nos enseña que somos salvos solamente mediante la fe en Jesús, nada más y nada menos. Pero nuestras actitudes y nuestras acciones deben ser la evidencia de nuestra fe.
Esta es la diferencia entre una fe falsa y una fe verdadera. Durante los tiempos de pandemias y convulsión, nuestra respuesta debe brotar de nuestra fe y no de nuestros temores. Es ahí cuando debemos poner nuestra fe en acción.
Hay miles de promesas que Dios nos ha dado en la Biblia. Tu necesitas conocer y recordar estas promesas para permanecer estable y fuerte. Pero para acceder a esas promesas, tu necesitas confiar completamente en Dios. Esa es la clase de fe que conduce hacia las oraciones respondidas y hacia una vida transformada.
Así que, ¿cómo puedes saber si tienes una fe genuina, una fe que permanezca estable ante las presiones mas grandes de la vida? Echa un vistazo a tus acciones y fíjate si ellas respaldan lo que afirmas creer.
Mientras lo haces, recuerda que no hay ninguna condenación en Cristo. Si piensas que tu fe no ha sido real, entonces díselo a Dios. Dile que no has estado viviendo de acuerdo con lo que has creído en tu corazón. Dile que quieres empezar a practicar una fe genuina ahora mismo, y observa cómo Él comienza a transformar tu vida.
Reflexión y oración:
¿Piensa en qué maneras puedes demostrar una fe genuina en medio de las situaciones más duras? Pide al Espíritu Santo que te recuerde la Palabra de Dios en medio de las crisis de la vida, para que puedas creer y confiar a pesar de las adversidades.
¿En que maneras puedes notar que tu fe si ha sido congruente con lo que afirmas? Pídele a Dios que transforme tus reacciones y tus impulsos en los instantes de estrés. Pídele que con su poder haga florecer a través de ti el Fruto del Espíritu.
En Mateo 7:21, Jesús dijo: No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” ¿Cómo podemos explicar esas palabras a la luz de este devocional? Clamemos a Dios, para que empecemos a actuar como personas que conocen y creen en la voluntad del Padre celestial en cada momento del día.