Descansando en la Suficiencia de Dios



Devocional 18

 

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después de que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.  1 Pedro 5: 10-11

 

 

Así llegamos al final de esta serie devocional, el tiempo de nuestra dispersión ha de terminar en un poco de tiempo. Hemos padecido juntos, hemos batallado juntos, pero el Dios todo suficiente nos ha sostenido, ha guardado nuestra vida, y nos conducirá hasta la gloria eterna con Jesucristo.

 

No hay duda de que Dios ha utilizado este tiempo de dispersión para prepararnos en santidad para su gloria eterna. El sufrimiento produce una unidad con Dios, y una aproximación a Él, que no se puede alcanzar de otra manera; el sufrimiento y la dispersión expanden nuestro corazón hacia Dios, y nos enseñan a simpatizar con otros sufrientes; Pero, sobre todo, este tiempo de sufrimiento nos ha recordado el costo de nuestra redención por medio del sufrimiento de Cristo.

Por esa razón debemos huir y evitar siempre la autoconmiseración y la autocompasión, porque esta actitud nos hace sentir como víctimas de Dios, o de las circunstancias, y siempre causa que la fe y el amor se desvanezcan en la vida de los creyentes.

 

A veces perdemos de vista el valor que tiene la gloria eterna en Jesucristo. Hay un escritor antiguo que describía así esta gloria que nos espera: “Es un amor insondable, Una vida que no puede morir, Una justicia que no puede ser empañada, Una paz que no se puede entender, Un reposo que no puede ser turbado, Un gozo que no puede ser disminuido, Una esperanza que no puede ser defraudada, Una luz que no puede ser interrumpida, Una fuerza que no puede ser debilitada, Una pureza que no puede ser manchada, Una belleza que no puede ser afeada, Una sabiduría que no puede ser frustrada, Recursos que no pueden agotarse.”

 

Eso es lo que nos espera en la vida eterna con Cristo, pero la gracia de Dios nos va dando pruebas indudables de esa clase de gloria en esta vida terrenal con Él, y nos va recordando que vale la pena vivir en Cristo.

 

Los tiempos de sufrimiento muchas veces nos hacen sentir débiles, inútiles, fracasados, o frustrados; pero debemos recordar que Aquel que nos llamó a su gloria eterna es el Dios de toda gracia. Esto quiere decir que Dios es la Fuente y el Dador de toda gracia necesaria para cada ocasión. Su gracia es suficiente para perdonar pecados; su gracia es suficiente para guardarnos y sanarnos de toda enfermedad; su gracia es suficiente para quitar nuestras penas; su gracia es suficiente para aliviar la tensión. Él tiene gracia suficiente, y más que suficiente, para toda necesidad. El hecho de que nos halla llamado es una prueba de su gracia; y la suficiencia de su gracia nos asegura todo lo que sea necesario para vivir diariamente en santidad. Él es el Dios de Toda Gracia.

 

Juan Wesley enseñaba que: “Solamente por su gracia toda la obra comienza, continua y termina en vuestra alma.”

 

Dios nunca nos pide que seamos autosuficientes, o que seamos perfectos; lo único que Él nos pide es que nos acerquemos constantemente para confiar en su gracia más que suficiente.

 

Cuando estés enfrentando pruebas muy duras deja que tu alma repose en la suficiencia de Dios y en la fuerza de su gracia. Acércate a Él con un clamor en oración y lagrimas.Él está contigo en medio de cualquier sufrimiento. Piensa que, así como Él te llamó para que le conocieras, así terminará exitosamente su obra en ti. Solo debes seguir confiando en Él.

 

Oremos juntos para que este tiempo de prueba sea un tiempo en el cuál:

  • Dios perfeccione nuestro carácter en los frutos del Espíritu y en los dones para servir a los demás.
  • Para que maduremos en la fe y en nuestros deberes cristianos.
  • Para tener más fuerza en Cristo. Las pruebas no solo revelan que tenemos algo de fuerza en Dios, sino que nos abren la posibilidad, y la necesidad, de tener más fuerza.