Las Obligaciones Sociales Que Traen Bendición y Felicidad



Devocional 13

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

 

Porque: “El que quiera amar la vida y ver días buenos, que refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.   1 Pedro 3: 8-12

 

 

“El que quiera amar la vida y ver días buenos…” Dios nos creo con el deseo de amar la vida y ver días buenos. Todos queremos disfrutar de la vida y que los días estén llenos de bienestar. Juan Wesley parafraseaba este versículo y decía: “El que quiera hacer amigable y deseable la vida.” Estas palabras del apóstol Pedro nos recuerdan que, por medio de la fe en Jesucristo, Dios nos ha llamado para valorar la vida como una bendición de Dios en todas las etapas. Dios nos ha llamado para que amemos la vida, pero que la amemos viviendo dentro de la bendición, de la santidad, y de la justicia de Dios. 

Números 6: 24 y 25 nos dice: “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.”

Así es el afecto natural que Dios tiene para su pueblo, para su iglesia, que somos nosotros.

 

No es la voluntad de Dios que vivamos en desesperanza, ni victimizados por las circunstancias, sino que busquemos todos los días la bendición de Dios; Que busquemos su paz por medio de la comunión con Cristo. Porque sin duda, Dios es quien nos bendice, nos guarda, nos tiene misericordia, y nos da paz, Pues Él nos ha llamado para que heredemos bendición.

 

La vida social que Dios nos da dentro del cuerpo de Cristo es el lugar clave en donde se reflejará su bendición para todos nosotros, así como un limpio amor por la vida. Si queremos heredar las bendiciones necesitamos vivir en armonía unos con otros; esto es un claro mandamiento de Dios, y una obligación social para todos.

 

Dios quiere que todos seamos “de un mismo sentir”, esto significa que estemos unidos en los mismos principios y valores cristianos. No somos enemigos, puesto que compartimos la misma fe, la misma esperanza, el mismo bautismo, y los mismos ideales Cristocéntricos de reconciliación y amor. Esto es lo que debe prevalecer en nuestras relaciones fraternales, por encima de cualquier otra diferencia, debemos entender que tenemos cosas en común, mas fuertes que cualquier diferencia.

 

Dios quiere que seamos compasivos, misericordiosos, que nos amemos fraternalmente, y que seamos amigables. Ser amigable significa demostrar respeto y amor hacia todos los hermanos por igual, sin ninguna distinción. Todos tenemos en Dios esa capacidad de dar un trato amigable hacia todos sin restricción alguna.

 

Cuando guardemos estos mandamientos de Dios lograremos algo muy poderoso: Evitar todo espíritu de venganza que devuelve insulto por insulto. Hay un espíritu de venganza que domina el comportamiento del mundo sin Dios. Este espíritu maligno busca pelear, insultar, demostrar indiferencia, y resentimiento, pero cuando obedecemos a Dios comportándonos con compasión, con misericordia, siendo amigos, y amándonos unos a otros, no hay lugar ni cabida para este espíritu de venganza, el cuál busca destruir la iglesia de Cristo.

 

¿Sabes porque ningún insulto y ningún abuso puede perjudicarnos?  Porque Dios ya nos ha llamado para heredar bendición, y no hay ningún agravio que pueda robarnos esa bendición en Cristo, por eso tenemos el poder, y la decisión voluntaria, de rehusarnos a la venganza. Al contrario, Dios quiere que bendigamos a todos, porque así demostramos también un interés genuino por la salvación de las almas.  

 

También en necesario que refrenemos nuestra forma de hablar; Especialmente evitemos hacer declaraciones irreflexivas y provocativas cuando enfrentemos algún conflicto personal dentro del cuerpo de Cristo.

Obedezcamos a Dios apartándonos de toda clase de maldad. Dios nos ha dado una herramienta sobrenatural y poderosa para alejarnos de la maldad, y esa herramienta es la búsqueda cotidiana de la paz de Dios por medio de la oración y la reflexión obediente de su palabra. La paz de Dios es capaz de guardar nuestros pensamientos y nuestros corazones dentro de Cristo Jesús (Filipenses 4: 6 y 7).

 

Hermanos, vivamos para obedecer las normas sociales que Dios nos ha dado, practicándolas al pie de la letra, en especial con cada miembro del cuerpo de Cristo.

Haciendo estas cosas disfrutaremos de la bendición de Dios, y aprenderemos a amar la vida dentro de los límites de la santidad, la justicia, y el bienestar que Dios nos quiere dar.